Cuerpazo navideño

Llegan las festividades decembrinas y con
ellas el miedo a la báscula, y es que entre posadas, cenas y brindis,
terminamos luciendo como verdaderos pavos rellenos… ¿Quieres ponerle un hasta
aquí a esa imagen aterradora?

Por obvias razones, la Navidad no es el
mejor momento para hablar de dietas ni gimnasio, aun cuando sabemos que
terminado el festejo (que habitualmente se extiende hasta la tamaliza del día de la Candelaria) nos
encontraremos con que el único regalo que perdurará durante meses serán esos
kilitos extra que el festejo nos dejó. Aquí el dato de qué hay que hacer para
cambiar la historia…

 

Apetito
moderado

Por lo general los festejos son durante
la noche, así que mantener una dieta sana continuará siendo primordial:
desayuno y comida bajos en calorías, muchas frutas y verduras y abundante agua
te ayudarán a compensar el desequilibrio de las copiosas cenas. Llegar al
festejo con un apetito moderado te permitirá disfrutar del ambiente y saborear
los platillos sin excederte. No es lo mismo llegar en ayunas y entrarle con
ganas al menú, que llegar bien comida y saborear sólo lo que más te apetezca.

 

De
tentaciones

Esas pequeñas delicias concentradas en
calorías (llámese canapés, bocadillos o aperitivos) son el fin de cualquier
dieta; se vale probar uno o dos, pero no quedarse clavada frente a la charola.
Para no caer en la tentación deslízate a la cocina y prepara un poco de fruta
con limón, sal y chile o verduras con aceite de oliva y hierbas. Hasta tus
amigas te lo agradecerán.

 

No,
gracias…

La frase clave en estas celebraciones es
el diplomático: “No, gracias…”. Las sopas y cremas navideñas aportan muchas
calorías, si te es posible prescinde de ellas y busca un platillo menos
amenazador, como las ensaladas. Lo mismo con los famosos palitos de pan o
queso, opta por una pieza de pan integral. En cuanto al resto de las comidas
navideñas prueba retirando la piel del pavo y el tocino de las carnes; prefiere
los manjares elaborados con pescados azules y aquellos con elevadas cantidades
de vegetales verdes y cereales integrales; sé moderada con las salsas,
guarniciones y todo lo que no sea esencial, porque aumentan enormemente la
cantidad de calorías.

El
postre será un apartado especial: dado que es imposible rechazar estas
delicias, puedes limitarte a consumir una tercera parte de tu porción, así lo
probarás, te quitarás el antojo y evitarás muchas calorías.

 

Noche
de copas

Para acompañar la cena está dentro de los
límites tomar dos copas de tinto; para continuar con la fiesta puedes probar
intercalando dos copas de agua por cada trago, esto te mantendrá en tus cinco
sentidos sin perder el control y sin ganar esas detestables llantitas extras.

 

Disfruta
del festejo

Las fiestas decembrinas congregan a un
gran número de personas alrededor de la mesa, situación que invita a saborear
suculentos platillos y numerosas copas. Normalmente esto se hace de manera
inconsciente. Apaga tu piloto automático y disfruta sólo de lo necesario, no
pases la noche como maquinita sobre
cada uno de los platillos, bocadillos y bebidas, recuerda que el menú ni es light ni es vegetariano y eso tendrá sus
consecuencias. Come despacio y saborea cada bocado, deléitate con la calidad de
los alimentos, no con la cantidad. No centres tu atención en cuántos platillos
hay y cuántos te faltan por probar; disfruta de la compañía y del ambiente
festivo, que finalmente, es lo que hace divertidos estos momentos.

Antes
y después de la cena mantente en movimiento: charla con cada uno de los
invitados aunque sea sólo unos minutos (esto te mantendrá en pie y en
movimiento), si el festejo es en departamentos sube y baja las escaleras con
cualquier pretexto (darle una vuelta a tu auto, ir por más refrescos, acompañar
a quien se marcha, etcétera) o ayuda a los anfitriones a servir y a recoger la
mesa.

 

Adiós
a…

En primer lugar di adiós al recalentado:
aunque se trate de un manjar de dioses (ellos no engordan, tú sí), no necesitas
más kilitos extra, así que opta por regalar lo que ha quedado de la cena. Si la
tentación debe permanecer en casa mantente lejos de ella y asegúrate de
realizar tus comidas habituales.

En
segundo lugar, habrá que despedirnos de los diablillos llamados chocolates,
dulces y los tradicionales bolos, regalos habituales en esta época del año. Si
aún no has perdido tu fuerza de voluntad, toma sólo uno y reparte el resto con
tu familia, tus amigos o tus compañeros de trabajo; si sabes que tras el
primero viene el segundo ¡ni se te ocurra abrir el paquete! Será un buen
obsequio para tus sobrinos.

 

¡Desintoxícate!

Tras el festejo viene la limpieza; lo
mismo pasa en tu organismo el cual ha quedado lleno de toxinas como grasas,
azúcares, cafeína, alcohol, aditivos alimentarios, etcétera. Dolor de cabeza,
desórdenes nerviosos, ansiedad, depresión, cansancio, malestar general,
hinchazón corporal, envejecimiento precoz dérmico y capilar, son algunas de las
consecuencias que dejan las toxinas en tu cuerpo.

Para
que te liberes de estos desechos, es necesario dejar de fumar (o mínimo bajarle
al cigarro), beber abundante agua natural y hacer ejercicio constante. Además
de reducir el consumo de alimentos que acumulan toxinas, como café, alcohol,
refrescos, lácteos enteros, carnes grasas y alimentos refinados, procesados y
conservados.

Mantén
una alimentación depurativa a base de antioxidantes que neutralizan los
radicales libres pues son naturales, frescos, sin productos químicos, ni
procesos artificiales: frutas, verduras, leguminosas, cereales y granos.

Mantén tu organismo libre de
toxinas, incluyendo en cada comida al menos uno de estos alimentos que barren
las impurezas de tu cuerpo: berros, panes y cereales integrales, manzana,
cebolla, aceite de oliva, uvas, alcachofa, perejil, apio, melocotón, espárrago,
yogurt y limón. Tu cuerpo estará muy agradecido y eso se reflejará en tu
figura.

 

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