El valor del amor

Vivimos trabajando para
tener dinero, para comprar y comprar; trabajamos más duro y más intenso para
tener más dinero pues mientras más tenemos, paradójicamente, menos nos alcanza
porque más necesidades nos vamos creando. Así es la espiral de ese fenómeno
actual comúnmente llamado «estatus».

El que tiene mucho para gastar tiene
estatus, poder y la admiración de quienes lo rodean; por eso todos queremos ser
como ellos y trabajamos como locos y vivimos para trabajar, ya no trabajamos para vivir.

Perdidos en esta maraña nos
olvidamos de valorar lo único que, honestamente, vale en la vida: el amor. El
amor de nuestra pareja, el amor de nuestros hijos, el amor de los padres y los
amigos, ese amor incondicional que ya ni siquiera nos sabe porque creemos que
es su obligación dárnoslo.

Ahora que ustedes han
encontrado ese bello sentimiento, se vuelven locos de la emoción. El amor, ¡eso
sí que nadie se los vendió! No costo nada, ni un pago con tarjeta diferido a
nueve meses. No, simplemente se les dio.

Es algo maravilloso el amor;
no cuesta, ¡no vale nada en el mundo de la economía y las finanzas! y sin
embargo es indispensable para vivir. El que vive enamorado no necesita más que
al ser amado para ser feliz y para sentirse un triunfador.

El amor es tan fantástico que
al no costar nada lo es todo y hace sentir dichoso al enamorado al ser elegido
por su pareja. No tuve que gastar nada, solo mi disposición, mi deseo de
dejarme a mí y velar por el otro quien desea justamente lo mismo para conmigo.

Tenemos a nuestro alrededor
tantos amigos y amigas geniales, todos ellos y ellas unos tipazos que desafortunadamente
no han encontrado con quién compartir su vida ni de quién vivir enamorados; lo
triste es que esta situación los lleva a realizar cosas tan absurdas como
comprar sexo o perderse en cualquier tipo de adicción.

Ellos y muchas veces
nosotros, nos olvidamos que la felicidad no está en lo efímero del placer sino
en el sentimiento de apoyo, comprensión, confianza y empatía que generan los
lazos afectivos, y no sólo de pareja, sino de la misma familia, amigos y
personas que nos rodean. El amor se encuentra en muchas vertientes pero,
siempre, lo importante será saber apreciarlo, valorarlo y disfrutarlo. ¿De qué
te serviría el mejor auto del mundo si no tienes con quien dar un paseo? O
¿para que te pondrías ese vestido de miles de dólares si no hay quien te diga
lo bien que te ves?

Hoy, ustedes son de verdad afortunados al
tener a su media naranja quien está dispuesta a amarlos tanto como ustedes la
aman. No olviden que esta entrega es constante y eterna, y que no bastará con decirlo en el altar y tener una boda maravillosa y llena de
lujos o una hermosísima casa en la mejor colonia de la ciudad; lo importante
será demostrarlo. Cuidar y respetar el corazón de quien nos ama hará que
siempre y en todo momento que nuestra pareja sienta la satisfacción de haber hecho
la elección correcta, porque aunque el amor no cuesta nada, lo es todo en la
vida.

El amor no se devalúa ni caduca, es siempre; no sabe de arrugas,
gorduras, enfermedades o pobrezas, está ahí de manera incondicional, tanto en
las alegrías de la abundancia como en las tristezas de la austeridad,
inseguridad y angustia. Debemos aprender a valorar al amor, ese elemento
indispensable para una vida perfecta.

Para ser exitosos en esta
vida hay que amar y amar; pero amar de verdad. Como en esos momentos en que yo
hubiera preferido con toda el alma irme de compras con mis amigas y en lugar de
eso acabo viendo el fútbol con mi novio, o qué tal cuando sin pensarlo me
hubiera ido con los cuates a tomar unas cervezas y sin darme cuenta termino en
la plaza dando vueltas, esperando que ella se pruebe todos los vestidos del
lugar. Lo genial de esto es que aunque estoy haciendo lo que no quiero, lo hago
con gusto porque es la persona que amo. Mantengámonos así y cuidemos cada día
esa bendición llamada amor.

 

 

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