¡Fuera los guantes!

Alguna veces el motivo
central de la discusión deja de ser el tema del enfrentamiento y sólo se habla
sobre la larga lista de cosas en las que no estamos de acuerdo.

Rogelio sale de su
oficina a las siete de la noche tras una pesada jornada laboral. Después de dos
horas de tráfico llega a su casa sin ganas de nada más que dormir; Sonia, su
pareja, lo espera para cenar y le pide de favor que aliste la mesa. Él
fastidiado, le contesta de mala gana que lo haga ella, porque está muy cansado,
provocando el inicio de una discusión.

Situaciones como las de
Rogelio y Sonia pueden ser comunes debido a que no sabemos comunicarnos o,
bien, no nos damos el tiempo adecuado para sentarnos a pensar y platicar qué es
lo que está pasando; por el contrario, tratamos de resolver las cosas cuando
aún estamos enojados generando actitudes negativas que sólo complican más las
cosas.

El que una pareja tenga
desacuerdos no significa que la relación esté mal, ya que no siempre se
coincide en lo que piensa el otro. Por el contrario, estas situaciones pueden
ser una oportunidad para expresar lo que sentimos, conocer más cómo piensa la
otra persona y lograr acuerdos en conjunto.

Comunicación: la
pieza clave

Cuando estas discusiones
se vuelven pleitos cada vez más frecuentes uno empieza a olvidar las cualidades
de la pareja, llegando a lastimarla verbal o hasta físicamente, lo que puede
provocar una terrible separación.

Para orientarnos sobre
este tema entrevistamos a Jorge Luis González Quijano, psicoterapeuta y
actualmente colaborador del May Institute en Boston Massachusetts, quien
asegura que cuando hay una crisis en la relación, lo que se busca es lastimar:
“El problema no es lo que discutimos, si no las consecuencias emocionales que
generamos. Por lo regular, se discuten inconvenientes simples muy fáciles de
resolver, los cuales pareciera que no tienen solución, pero en realidad no es
que no la haya, sino lo que se busca es reñir. Si analizamos, la motivación del
que necesita pelearse, es quien quiere estar con esa persona, ya que no hay
cosa que una más a otra que un pleito, porque es una justificación que mantiene
la comunicación entre ambas”.

El especialista señala
que lo primero que se tiene que hacer es aprender a separarse de la crisis:
“Hay que enseñarle a la gente a interactuar de otra manera, a distanciarse para
que puedan volver a organizarse, es decir, cuando las palabras se vuelven
destructivas, es mejor dejar la discusión para otro momento, cuando los dos
estén más tranquilos”.

Por otro lado, aunque
advierte que esto puede ser difícil de controlar, por muy molestos que estemos
debemos saber que las descalificaciones, los gritos, malos gestos, burlas y sarcasmos,
no tienen sentido. “Para resolver un conflicto, es necesario conversar con
argumentos, explicando los puntos de vista de cada uno. Así se asegura un
diálogo basado en el respeto, y que seguramente terminará con éxito para la
pareja”, afirma el especialista.

 Algunos consejos

Entre los puntos
mencionados por el psicoterapeuta, que pueden ayudar a mejorar la comunicación
destacan los siguientes:

1. Encontrar una
situación oportuna para dialogar, aquéllas que permitan un intercambio de ideas
de manera tranquila y adecuada, si no es así, lo ideal será esperar un mejor
momento.

2. Identificar cuál es
el problema y saber comunicarlo. La gran mayoría de las veces no sabemos qué y
cómo expresar lo que nos molesta, es decir, siempre buscamos algo qué reclamar
en lugar de dar una propuesta para resolver el conflicto.

3. Responsabilizarse de
la relación y tomar conciencia de lo que se quiere lograr con ella.

Debemos fomentar que
nuestro hogar sea un lugar en el que exista un ambiente cordial y cariñoso, procurando
entregar lo mejor de nosotros mismos, así como tratar de no recurrir a los
reproches sino por el contrario dar soluciones, teniendo siempre presentes que
la comunicación y el respeto por nosotros mismos y nuestra pareja, son las
bases para alcanzar una relación afectiva satisfactoria.

 

 

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