Incienso

La palabra incienso deriva del latín “incensus” y significa “causar que una pasión o emoción se despierte”. A lo largo de la historia los aromas se han venido utilizando como un poderoso medio para elevar la espiritualidad, aumentar el conocimiento, estimular los recuerdos del pasado y favorecer un descanso reparador…

El uso correcto de los aromas, procedentes por lo general de aceites esenciales, requiere un conocimiento detallado de los mismos; sin embargo, podemos beneficiarnos de los aromas de una manera sencilla utilizando las conocidas varitas o conos de incienso.

El incienso se ha utilizado desde tiempos remotos para conducir al hombre a un estado elevado de conciencia con el objetivo de abrir una puerta a lo espiritual y lo divino. Es símbolo de la presencia vibratoria, favorece la creación de una atmósfera que facilita la concentración y los estados de meditación.

Una antigua leyenda oriental dice que las perlas de incienso eran las gotas de sudor de los dioses que caían sobre la tierra.

Desde los tiempos más antiguos los incienso, que son originarios de Arabia y de las costas de Somalia, se utilizaban para lograr una conexión entre el mundo material y el espíritu. Durante los rituales y las oraciones las intenciones viajaban con el humo de los aromas a través del aire, trayendo consigo parte de la energía natural. En Egipto los inciensos eran usados durante el día, antes de que el dios sol Amón-Ra se ocultara, para que el alma de los muertos llegara al cielo alejando a los demonios y manifestando la presencia de los dioses. El más conocido de todos los inciensos egipcios era el famoso Kifi.

En la mayoría de las religiones se utilizaba como forma de protección y para alejar a los malos espíritus. No podemos olvidar que el incienso fue uno de los regalos que los Reyes Magos hicieron al Niño Jesús, de aquí que surge la tradición de que la Iglesia católica lo utilice en la eucaristía como símbolo de fe, purificación y presencia de la santidad.

Pero el incienso no ha tenido exclusivamente un uso espiritual o religioso, durante la epidemia de peste que devastó Europa a mediados del siglo XIV, se utilizó mucho la quema de incienso en el interior de las casas para purificar el aire, que consideraban infecto y nocivo.

Durante el periodo del “Shogunado”, en el siglo XIV, los guerreros samuráis perfumaban sus cascos y armaduras con incienso para conseguir la espléndida aura de invensibilidad, en sus preparativos para encontrarse con su adversario y su destino.

En la actualidad lo usamos en nuestras casas o lugares de trabajo para crear una atmósfera agradable o simplemente para alejar los malos olores del ambiente.

Es recomendable tener cierta precaución a la hora de comprarlos, pues entre tanta oferta existen muchos de muy mala calidad que pueden resultar tóxicos al haberles añadido otras sustancias que permiten una fácil combustión. Habrá que ser cuidadosos y optar por inciensos de buena calidad y sin aditivos tóxicos.

Al encender un incienso habrá que tomar ciertas precauciones: nunca uses inciensos en superficies que pueden quemarse fácilmente como madera o cerca de ropa, alfombras o cortinas. Colócalo sobre un recipiente de cerámica, metal o vidrio; algunos olores pueden causar alergias y una última recomendación es que quienes padecen asma eviten respirarlo directamente.

Conoce los efectos emocionales de cada una de sus fragancias y elige la que mejor se adapte a tus necesidades.

Incienso y emociones
Canela (Cinnamomum zeylanicum):
crea una atmósfer cálida y afrodisiaca.

Cedro (Cedrus atlántica):
estimulante sexual.

Eucalipto (Eucalyptus glóbulos):
refrescante general.

Incienso puro (Boswellia carterí):
espiritual y purificador.

Jazmín (Jasminus officinalis):
ayuda a lograr armonía.

Laurel (Laurus nobilis):
fortuna y protección.

Lavanda (Lavandula officinalis):
relajante.

Limón (Citrus limonum):
mejora los estados de ansiedad.

Mandarina (Citrus reticulata):
alivia el estrés emocional y la irritabilidad.

Mirra (Commyphora myrra):
aporta serenidad y suerte.

Nerolí o azahar (Citrus vulgaris):
elimina la depresión.

Pino (Pinus sylvestris):
aporta energía psíquica.

Romero (Rosmarinus officinalis):
apto para combatir la fatiga mental.

Rosas (Rosa centifollia):
atrae el amor.

Salvia (Salvia sclarea):
alivia estados depresivos y de neurastenia.

Sándalo (Santalum album):
propicia tranquiliad económica y paz.

Ylang ylang (Unona odorantissimum):
estimula la sexualidad.

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