La familia política

Cuando los hijos contraen matrimonio se crea una
nueva situación familiar que sólo con el transcurso del tiempo se va aceptando
y suavizando: alguien extraño, llámese nuera o yerno, viene a formar parte de
la familia y, por si fuera poco, de esta relación surgirá un nuevo parentesco:
los abuelos.

En la ceremonia del matrimonio el padre conduce a su
hija —la novia— hasta el altar para entregarla a su futuro marido, lo que viene
a simbolizar el inicio de la nueva familia que entre ambos gestarán. Sin
embargo, esa persona que viene a formar parte de la familia tiene una manera
distinta de ver la vida: gustos, costumbres, ideas y, por qué no decirlo, hasta
una educación diferente, por lo tanto, aunque sea una muy buena persona, será
difícil que sea aceptada de manera inmediata.

Desgraciadamente, este paso no es tan
fácil de asimilar; de manera inconsciente a los padres se les dificulta el
“dejar volar” a sus hijos lo que provoca que se inmiscuyan en la vida de la
nueva familia, sin darse cuenta de que en diversas ocasiones son ellos los
causantes de los conflictos conyugales. Hay padres que quieren controlar
permanentemente la vida de sus vástagos con el pretexto de ayudarlos y con la
máxima de que “ellos siguen siendo sus padres”. Les cuesta trabajo comprender
que sus hijos tienen una vida independiente precisamente con la persona que
ellos han elegido.


Ahora podemos entender el por qué la
relación con la familia política no es nada fácil, menos aún si hablamos de la
relación suegra–nuera. La esposa y la madre del novio mezclan sentimientos
encontrados vividos de forma intensa que, además, giran sobre una misma
persona: el esposo-hijo. En este caso se debe entender que no es una
competencia entre ambas, cada una tiene un lugar muy especial en su vida.

Para él, la primera imagen de mujer que
conoció es la de su madre, mientras que su esposa es la mujer con la que desea
compartir su vida. Las dos tienen una gran importancia y representan sus
amores, a ambas las unen un vínculo especial que inevitablemente influye en las
relaciones entre suegra y nuera.

Estas dos mujeres deben aprender que
tienen que vivir un nuevo rol en su vida. Por una lado, la esposa debe aprender
que la relación que une a su suegra con su marido no es una amenaza; si bien,
en algunos casos, habrá que poner límites, será conveniente manejarlo de manera
sutil e inteligente. Por otro lado, será prudente que la suegra renuncie a la
familiaridad que tenía con su hijo cuando él vivía en la casa paterna; el
distanciamiento será irremediable porque el hijo no tendrá el tiempo que tenía
antes para atender y dispensar la atención hacía ella.

Cuando la relación de pareja se va
consolidando es necesario hacer un espacio para analizar acuerdos sobre
diferentes cuestiones: tiempos que van a compartir con sus amistades, ocio y
deberes de cada uno, trabajos que deben realizar en casa y, por supuesto, el
tipo de relación que les gustaría llevar con la nueva familia política.

Por último, no olvidemos que a la familia
política se le debe respeto, esto será fundamental para no herir a la pareja. Ninguna familia es mejor que la
otra. Recuerden que el día de mañana ellos serán los abuelos de sus hijos.

 

* Mae. Angelina Lidia
Quiroz Rodríguez es Consultor Asociado de EMANAS y expositora en el programa
Enamorados, curso prematrimonial con validez eclesiástica. Más información en: www.emanas.com.mx, [email protected]

 

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