Ser feliz es ¡tan fácil!

Sugerirle a una
persona que sea feliz cuando está deprimida resulta casi una ofensa. En los
trastornos del estado de ánimo, ser feliz no es un acto de voluntad, es un
problema bioquímico que se sale de la capacidad de maniobra. En la anhedonia,
síntoma de la depresión, el placer más simple está secuestrado.

Para inciar, te
recomiendo aplicar un ejercicio de consenso en tu círculo de amigos.
Pregúntales: “¿Qué te haría feliz?” Seguramente nos llevaremos una sorpresa
pues de entrada casi todos responderán: “¡Ganarme la lotería!”. Continuemos con
el ejercicio y pasemos a la siguiente pregunta: “¿Qué harías si lo lograras?”.
En el caso de quienes aludieron al Premio Mayor, es muy probable que su
respuesta sea: “Ya no trabajaría”. Qué pena pensar que el trabajo es un
fastidio, no me imagino qué sería de mí todo el día acostada y sin hacer nada.
Para mí el trabajo es un disfrute, el placer de dar y recibir.

A lo largo de mi vida he padecido periodos de depresión consecuencia de
traumas, abuso y pérdidas; buscando cómo salir de ese estado de anhedonia o
falta de placer y fuera de la simpleza de tomar antidepresivos, encontré que los
momentos que nos hacen más felices no tienen ningún costo, basta con tomar
conciencia de ellos y vivirlos, quitarnos la armadura que fabricamos como
protección para resistir los embates de vivir en un mundo de competencia donde
el pez grande se come al chico.    

Hace unos días los medios de comunicación se apresuraron a darnos la
noticia: la bolsa cayó a su nivel más bajo en no sé cuantos años. Los ánimos
cayeron en todos los mercados; se escuchaban comentarios en ambas direcciones,
tanto de los que ignoran a qué se refiere como de los que concientemente saben
que la economía a nivel mundial está cual paciente en terapia intensiva. Me
habló un amigo todo compungido por lo que nos espera en esta crisis. ¿Cuál de
todas?, le respondí. La intención positiva ¡vaya que ayuda a conseguir los
deseos!

La felicidad no está en tener privilegios como ser rico, guapo o vivir
sin estrés, la felicidad se fundamenta en varios pilares:

 

·      Dedicar tiempo a la familia y amigos.

·      Apreciar lo que se tiene.

·      Mantener una visión optimista.

·      Sensación de un sentido de propósito.

·      Vivir el momento.

 

Invertir
en las relaciones

Rodearnos de
personas optimistas con las que intercambiemos opiniones confiables, cuando las
necesitamos, sobre todo en los momentos difíciles y no sólo en las pachangas o
en la abundancia. Con mis padres aprendí que los verdaderos amigos se van
contando con los dedos de la mano, cuando mi padre enfermó y le amputaron la
pierna los amigos brillaron por su ausencia, en la abundancia la casa estaba
llena, nunca faltaban, después resultó que no eran tan amigos.

 

Expresar gratitud

La gratitud es algo más que dar las gracias. Es un
sentimiento de aprecio y agradecimiento por la vida. A menudo se requiere de
una enfermedad grave o un acontecimiento trágico para sacudir a la gente y
motivarla a apreciar las cosas buenas de la vida. No esperes a que algo así te
suceda.

Practica la gratitud. Cada día
identifica al menos un detalle que le de sentido a tu vida. Cuando te
encuentres pensando en una idea ingrata, trata de sustituirla por una
agradecida. Por ejemplo, reemplaza: «Mi hermana olvidó mi cumpleaños”, por
“Mi hermana siempre ha estado ahí en los momentos difíciles». Antes de
dormir trata de traer a tu mente un momento de gratitud, un buen pensamiento.
Al despertar, procura que tu primer pensamiento sea también de gratitud. Cada
quién de acuerdo a sus creencias: por tu salud, tus amigos, tu pareja, la comida, la lluvia —ah cómo
reniegan muchas personas por la lluvia, ¿que comeríamos sin lluvia?

 

Fomenta el optimismo

Desarrolla el hábito de ver el lado positivo de las
cosas. No es necesario salirnos de la realidad para ser optimista, después de
todo las cosas malas suceden, sería absurdo pretender lo contrario. Pensar de
manera pesimista con el tiempo causa depresión, este tipo de pensamiento por lo
general se aprende en la familia y en la sociedad.

El pensamiento positivo genera
efectos en la bioquímica de nuestro cuerpo: fluyen las endorfinas, drogas
naturales que nos protegen de las enfermedades. No es fácil pues abundan las
aves de mal agüero: “No hagas tal negocio, a fulanito le fue tan mal”, “No
vayas a Michoacán, te van a secuestrar”, frases que, personalmente, he
escuchado hasta el cansancio y que prefiero ignorar —y como voy por la vida con
la mente tan optimista he tenido la fortuna de conocer gente maravillosa—.

Para cambiar tu manera de pensar
responde estas preguntas: ¿es realmente la situación tan mala como parece?,
¿hay otra manera de ver la situación?, ¿qué puedo aprender de esta experiencia?

 

Encuentra un propósito

Las personas que se esfuerzan por alcanzar una meta o
cumplir una misión son más felices que aquellos que no tienen esas ambiciones.
Tener una meta proporciona un sentido de propósito, refuerza la autoestima.

¿Cuál es tu meta?, ¿hacerte rico?
“El fin justifica los medios”, dice la mayoría, claro, vivimos en un mundo
materialista; sin embargo, viene a mi mente un dicho popular: “Nadie sabe para
quién trabaja”. He observado las vidas de narcotraficantes y de personas
adictas al trabajo quienes no tienen una meta del para qué quieren acumular
tantos bienes, ni siquiera saben para quién trabajan: el dinero se los come,
las crisis económicas, los impuestos o los familiares llenos de resentimiento
por no haberles dedicado tiempo para la convivencia. Es importante preguntarnos
¿para qué trabajo? La vida tiene que estar dividida en varios propósitos muy
simples: tiempo para trabajar, tiempo para descansar y tiempo para disfrutar.

 

Vive el presente

Uno de mis mayores placeres es convivir con la
naturaleza y ahora, diez años después de mi divorcio, me he enamorado y
disfruto enormemente de la compañía de mi pareja: durar más de cinco horas
“terapiándonos” con obras de arte dentro de un museo, fue uno de esos
maravillosos momentos especiales. De sólo recordar la anécdota vuelvo a sentir
maripositas en el estómago. Es necesario que busquemos oportunidades para
saborear los pequeños placeres de la vida cotidiana, concentrarnos en lo
positivo, en el momento presente.

 

 

 

 

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