¿Eres perfeccionista?

Depresión,
ansiedad y estrés son algunos padecimientos que se presentan con un rendimiento
desmesurado.

Si
analizas a detalle la sociedad moderna en la que vivimos, podrás darte cuenta
de que prácticamente todas las áreas de nuestra vida demandan una gran
exigencia. Como si esto no fuera suficiente, es posible que tú misma estés agregando
un ingrediente extra: un alto grado de exigencia autoimpuesto que se traduce en
perfeccionismo. Quizá no hayas pensado que esta característica tuya sea un
defecto, y en realidad no lo es, sino hasta que es llevado al extremo y
comienza a afectar tu desempeño.

En el libro “El síndrome del perfeccionista: el anancástico”, Manuel
Álvarez Romero y Domingo García-Villamisar se define como un verdadero desorden
psicopatológico, descrito en las clasificaciones internacionales como un
trastorno de personalidad obsesiva. Por su parte, Laura Ramos Sandoval,
psicoterapeuta de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología explica:
“La búsqueda de la excelencia es un rasgo que puede tener la mayoría de las
personas, fomentado por la exigencia social. Pero cuando éste comienza a
afectar la adaptación al medio, entonces se le considera un trastorno mental”.

¿Cómo darte cuenta de que este rasgo tuyo se ha vuelto perjudicial? De
acuerdo con la especialista, la persona que cae en la búsqueda de una
perfección patológica puede presentar focos rojos tales como: 

• Posee
un sentido obsesivo de control y exigencia hacia él mismo y hacia los demás.

• Se
vuelve desconfiado.

• Le es
difícil delegar funciones.


Planea las circunstancias con gran anterioridad.

• Trata
de prever las situaciones hasta lo impensado.

• No
admite fallos o errores.

“Esta conducta se complica cuando empieza a causarte mucha ansiedad o
malestares significativos como problemas de salud, entre ellos: dolores de
cabeza, colitis, gastritis, alteraciones del apetito de manera significativa,
disminución del sueño, así como conflictos familiares o laborales. En casos
avanzados puede generar aislamiento, un signo inequívoco de que ya no estás
adaptándote a tu medio ambiente”, puntualiza Laura Ramos Sandoval. Además de
estas manifestaciones psicosomáticas, el perfeccionismo puede causar y mantener
otras enfermedades psíquicas como la depresión, los trastornos de la conducta
alimentaria y de la imagen corporal.

“En la mayoría de los casos, la persona no se da cuenta de sus
acciones porque lo hace de manera inconsciente. La situación se vuelve grave
cuando comienza a afectar su salud y las áreas en donde se desarrolla. En ese
momento debe buscar la ayuda de un especialista para alcanzar un balance en las
áreas donde se desenvuelve, dar una resignificación a su vida y así fortalecer
su salud psicológica”, recomienda la especialista.

Evalúa tu entorno, tanto tus relaciones interpersonales como tu salud
física y mental, y en caso necesario consulta un experto. Mejorar nuestro
desempeño es benéfico, pero ten en cuenta que los fracasos son parte de la vida
y lo importante es saber cómo enfrentamos los tropiezos y cómo nos recuperamos
de ellos, recuerda cada experiencia bien aprovechada, se traduce en una
oportunidad de crecimiento.

 

Más información:

www.amapsi.org/ 

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