Profecías que se autocumplen

Una profecía que se autocumple es una predicción que por la sola razón de haberse pensado u oído —dirigida hacia nosotros—, se convierte en realidad con exactitud. Si creemos en ello, seguro lo cumpliremos a pie de letra, pero, sin darnos cuenta.

El mensaje de la profecía se archiva en el subconsciente, la vía de entrada es la importancia que le damos a la persona que realiza el vaticinio. El mensaje o supuesto entra por el hemisferio derecho, que es donde se encuentra el centro de las emociones, se archiva sin pasar por la aduana del hemisferio izquierdo, que es lógico y racional. De esta manera la lógica no pone en orden en el supuesto, y con el tiempo nuestras propias acciones nos llevan a cumplir la profecía. Finalmente la moraleja es: “Fulanito tenía razón”.

Veamos un ejemplo de cómo no hacer caso a la profecía. Cuando Juan cursaba la primaria era muy retraído, su rendimiento escolar muy bajo, por lo que el maestro y el director hicieron el diagnóstico: “Señora, saque a su hijo de la escuela y póngalo a trabajar no sirve para el estudio”. En casa sufrían violencia por parte del padre. La madre al casarse no pudo cumplir sus sueño de asistir a la universidad por lo que se prometió que sus hijos serían profesionistas. Confió en su hijo, pidió beca en una de las mejores escuelas. Con el cambio de plantel Juan aumentó su rendimiento escolar, actualmente labora como ingeniero.

El ejemplo siguiente ocurre muy a menudo. Cuando uno de los novios no resulta del agrado de los padres y el noviazgo continúa a pesar de su negativa. Los argumentos son: “Si te casas con él te vas a morir de hambre”, la joven enamorada pone oídos sordos a la profecía de la madre, por unos meses o algunos años, hasta que convierten en realidad la profecía. Inicia una racha de fracasos, lo que se llama “el síndrome del dominó”, la primera ficha se mueve y con esto caen todas las siguientes. Se quedan sin trabajo, sufren un robo, se pelean por todo o se inicia un triángulo amoroso o una adicción, en fin, de manera inconsciente autocumplen la profecía de los padres.

En la práctica diaria de la medicina, los médicos, sobre todo los cancerólogos, resultan casi dioses: son expertos en poner fechas de muerte a los pacientes. Con exactitud cronométrica pronostican la muerte en dos o tres meses. Los pacientes que con la enfermedad se les han bajado todas las defensas se encuentran pasivos, así, sin darse cuenta, ellos y su familia cooperan para cumplir la profecía: de manera obediente se muere a los dos meses. Corren la voz: “Qué inteligente es el doctor hasta nos dijo cuánto le quedaba de vida”.

Los diagnósticos de los médicos en los estados emocionales resultan un calvario para los pacientes. Hace unos meses duré casi un año con una molestia severa en una pierna, el especialista me derivó a un neurólogo, que me ordenó varios estudios y me confirmó un diagnóstico. Curiosa, como soy, investigué en Internet y ya sentía todos los síntomas de la supuesta enfermedad, los estudios tardaron varios días y resultaron negativos; sin embargo el doctor, nada empático, después de una discusión aseguraba que sí tenía la enfermedad y me prescribió unos medicamentos con muchos efectos secundarios. Tomé conciencia del estado emocional, acepté que era efecto del duelo que estaba pasando desde meses atrás. Con apoyo terapéutico, acupuntura y terapia neural pronto salí adelante.

Los que se dedican a la brujería son los más favorecidos con las profecias autocumplidoras. Este gremio fácilmente se hace millonario de la noche a la mañana como consecuencia del “pensamiento mágico” que compartimos en el inconsciente colectivo. El pensamiento mágico es anterior a la ciencia de nuestros ancestros los brujos, los curanderos, los chamanes, los maracames de los huicholes, etcétera. Para trabajar no necesitan los más de 20 años que nos pasamos en las aulas ni la actualización constante que necesitamos los profesionales, les basta con conocer las características del hombre primitivo: supersticioso, ignorante, que no maneja la lógica racional. Cualquier persona, cuando se encuentra vulnerable, es víctima de charlatanes que avientan profecías al por mayor: “Tu hermana está enamorada de tu marido”, “El vecino te tiene envidia, te hizo el mal de ojo por eso te está yendo tan mal”, “Si no me traes mañana dos mil pesos, a uno de tus hijos le va a pasar un accidente”, y resulta que no consigue el dinero y unos días después el hijo es atropellado por un carro.

Las profecías que se autocumplen son fenómenos que sacuden nuestra concepción personal de la realidad y pueden poner en tela de juicio la imagen del mundo de la ciencia. Comparten la capacidad de crear una realidad, una creencia que puede ser tanto una superstición como una teoría científica.

Los pronósticos que los padres hacen a los hijos desde pequeños ponen los elementos para que ellos mismos los cumplan. Al hijo exitoso le dan toda la seguridad y confianza para que se sienta inteligente, por lo que el hijo confía en su inteligencia y se vuelve exitoso. En el caso del flojo, la familia le hace creer que es un holgazán, entonces, ¿para qué estudia?, ¿para qué se esfuerza?, ¿para qué se compromete? Así se cumple la profecía y cada acto del joven confirma que es un flojo.

La realidad inventada llega a ser realidad verdadera sólo cuando se cree en el invento. Cuando falta el elemento de la creencia, del ciego convencimiento, dicha realidad es ineficaz.

Con la comprensión de la naturaleza de las profecías que se autocumplen aumenta nuestra capacidad de trascenderlas. La profecía de la que sabemos que es sólo una profecía, ya no puede autocumplirse, siempre está presente la posibilidad de elegir otra cosa y la posibilidad de infringirla.

Recomendaciones
Cuidado con los adjetivos calificativos, se pueden cumplir.
Cuidado con la seducción o los lavados de cerebro.
Los prejuicios son otra forma de profecía autocumplidora.
Los medios de comunicación son expertos en aventar mensajes que al ser escuchados repetidamente, la palabra hablada ya no es más portadora de información sino que sirve para fines “mágicos”.
Cuidado con los diagnósticos de los niños. El que una mayoría esté diagnosticado como hiperactivo con déficit de atención, nos está llevando a que todos pongamos nuestro granito de arena para que la profecía se cumpla.
El caso de un niño diagnosticado como esquizofrénico, es un pésimo diagnóstico; sin embargo, la familia disfuncional lo convierte en el chivo expiatorio por lo que se cumple la profecía y confirma el diagnóstico.

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