La búsqueda de reconocimiento

Entre las necesidades fundamentales de la vida se encuentra la de reconocimiento; en el niño esta exigencia se centra en sentirse protegido y amado. La persona cuyo estilo de vida ha girado en torno al sentimiento de abandono y falta de afecto sentirá e interpretará todas sus experiencias dentro de este marco.

El adulto que durante su infancia careció de reconocimiento presentará una persistente y obsesiva necesidad de obtenerlo de otros, lo que traerá como consecuencia relaciones de dependencia. Por ejemplo, en la vida laboral trabajará en exceso con la necesidad inconsciente de ser reconocido por el jefe, lo que en muchas ocasiones no sucede; otro es el exceso de atenciones y obsequios a las mujeres como un medio para ser amado.

Un escape erróneo para satisfacer esas necesidades infantiles son las adicciones, la otra es la necesidad de ser alimentado que se traduce como hambre y sed insaciable de acumular conocimientos sin que dicha acumulación culmine en algo socialmente útil.

Para el niño no amado —cuyo estilo de vida es no ser amado—, resulta más práctico forjarse metas fantasiosas donde el amor no resulta tan importante. Pero, resulta igualmente dañino para cualquier niño que cedan a sus caprichos ya que lo privan de la oportunidad de fortalecer el Yo o Ego, principio fundamental que brinda las bases de una vida independiente.

El niño abandonado o no querido gastará demasiadas emociones y energías en su vida adulta para alcanzar las metas en comparación con los niños que fueron aceptados y amados por sus padres. El pasado en la vida del individuo prepara el escenario de las acciones y la actuación para el futuro.

Culturalmente, a las mujeres se les enseña que al hombre se le conquista con un buen físico y por el estómago, por lo que buscan ser reconocidas en su apariencia y se desviven en atenciones hacia ellos. En la búsqueda de reconocimiento los hombres buscan ser necesitados por las mujeres, se sienten satisfechos si tienen más conocimientos y si ganan más que ellas; asimismo, buscan proyectar la fuerza de su personalidad.

En la actualidad vivimos grandes cambios en los roles de género, por ello, el hombre es visto cada vez más como un objeto de deseo sexual por algunas mujeres; los nuevos modelos creados por los medios de comunicación dan demasiada importancia a la apariencia física: hombres corpulentos hiper-masculinos. Esta obsesión por la apariencia enfrenta al hombre con el riesgo de autodefinirse como un objeto de atracción sexual frente a la mujer, lo cual lleva a muchos al consumo de esteroides con el fin de tener cuerpos musculosos, trayendo como consecuencia riesgos psicofísicos.

El hombre actual no encuentra el verdadero sentido de la vida; la armonía entre su mundo interno y su mundo externo se ha ido transformando como en el pasado donde la mujer se concibió como objeto de placer sexual. En este sentido se incrementa el riesgo de deshumanización, de ahí las dependencias, los trastornos emocionales y sicóticos.

El héroe
Desde pequeños los niños buscan que los padres les reconozcan cualquier acto de independencia y cooperación. Si los padres muestran interés en este reforzamiento y los enseñan a pensar por ellos mismos, los estarán preparando en la seguridad y la confianza para su vida adulta. Conductas en los niños como: “Yo lo hago”, “Yo puedo”, cuando son reforzadas por los padres, preparan el terreno para la siembra de una buena autoestima.

La búsqueda de reforzar al héroe permanece en los hombres a lo largo de su vida en mayor o menor medida. El caso de Luis resulta muy ilustrativo. En el gimnasio conoció a Tina quien estaba atravesando grandes conflictos con su pareja; de pronto surgió el héroe que podía rescatar a la princesa en apuros: con unas cuantas conversaciones se encontraron el hambre con la necesidad. Tina se sintió tan protegida que abandonó a su marido; él en represalia le quitó a sus dos hijas prohibiendo que las viera, en varias ocasiones que ella intentó verlas él la agredió físicamente, hasta terminar en demanda. Antes de divorciarse se embarazó de Luis, lo que complicó la vida de éste, pues los gastos se duplicaron: la casa grande y la casa chica, una esposa y tres hijos, sin embargo, el sentirse ‘el salvador’ lo tiene emocionado.

Para el hombre tradicional resulta importante la satisfacción de sentirse el más fuerte, el más inteligente y el mejor proveedor, por lo que todavía no están preparados para vivir relaciones de equidad con su pareja. Admiran a las mujeres profesionistas que son independientes, pero para casarse prefieren mujeres que dependan de ellos y que los hagan sentir necesarios.

La búsqueda de reconocimiento se da de manera inconsciente, es el motor de artistas, políticos, empresarios y muchos profesionistas. Cuando Juan estaba pequeño era tan inquieto que le costaba trabajo poner atención, pasaba cada grado de panzazo; en casa los castigos eran tan severos que creció pensando que no servía para nada. Por fortuna, en la prepa se hizo novio de una chica muy estudiosa quien lo ayudó a tener más confianza en él mismo, así logró terminar con buenas notas la universidad. Actualmente ocupa un cargo de diputado.

No es fácil darse cuenta de la necesidad de reconocimiento sino hasta que la vida se llena de insatisfacciones, hasta que surge la necesidad de poner límites, de decir que no, de recibir amor y atención; pero se sentirá atrapado y el cambio generará angustia. Es momento de hacer un inventario personal y darse cuenta de que es posible suplir aquello que no brindaron los padres, reconocer logros personales y amarse a sí mismo.

Recomendaciones
Las etiquetas, la falta de comunicación, el abandono y la agresión de los padres dan por resultado hijos inseguros que permanecerán, incansablemente, en busca de reconocimiento.
En la terapia se trabajan los traumas, los sueños, las obsesiones, las situaciones que generan angustia, lo que resulta más barato que andar por la vida buscando reconocimiento.

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