¿Profesionista o mamá?

¿Madre o profesionista? La pregunta causa tensión en las mujeres jóvenes. Comparado con el rol tradicional, no es necesaria esta confrontación personal, la mujer moderna puede desempeñar varios roles a la vez, la claves es: organización, organización y organización.

Paty es médico veterinario, antes de casarse ya tenía su propio negocio. Eligió la profesión correcta, comentan en su familia, los animales han sido su pasión desde niña. Fue tal el empeño que le puso a su negocio que descuidó a sus dos hijas. Cuando la llamaron de la escuela para mostrarle el bajo rendimiento de sus hijas, sintió tanta culpa que se prometió que serían las mejores estudiantes. Dejó la clínica a cargo de su asistente y se propuso ser buena madre. Con el paso del tiempo surgió otro problema, se volvió obsesiva de la limpieza, más que mamá cariñosa supervisa que todo esté en orden, las hijas se sienten asfixiadas por tanto control, no sienten libertad de invitar a sus amigas a casa. Buscó ayuda para Karen su hija mayor que se muerde las uñas. Cuando le pregunté a Paty por su relación de pareja, me respondió: “Tengo un buen proveedor, se la pasa trabajando hasta los domingos, no tenemos comunicación, no compartimos como familia, menos en pareja, está tan cansado que siempre está enojado. Nadie es feliz en casa”, comentó con lágrimas en los ojos.

Paty, como muchas mujeres, vive historias de todo o nada, o son profesionistas o son madres, se afanan en ser mamás y dejan de ser pareja. Esta confrontación no sucede en los países de primer mundo, hombres y mujeres están incorporados al mundo laboral, con la diferencia de que los hombres, sin importar su estatus, comparten las labores de la casa. Gran diferencia en nuestro país donde contamos con roles estereotipados sobre lo que significa ser hombre y mujer; las parejas al no tener modelos de equidad se encuentran en el ensayo y el error, las mujeres no encuentran el antídoto para acabar con el machismo que ha polarizado las tareas entre hombres y mujeres, los varones no acaban de entender lo que significa ser un verdadero hombre, con honrosas excepciones donde algunos varones desempeñan de manera eficiente las labores en casa y el cuidado de los hijos.

El rol de “ama de casa” está desprestigiado, muchas mujeres sienten pena al expresar que sólo están al cuidado de los hijos. ¡Vaya tarea importante dedicarse con empeño a transmitir valores a sus hijos! Las mujeres hoy en día tenemos que demostrar que somos las súper-mujeres laborando doble jornada para sentirnos satisfechas.

Los roles entre hombres y mujeres continúan estereotipados y las mujeres no están exentas de sentir la responsabilidad de los hijos, además de la autoculpa por dejarlos a cargo de otras personas; el bajo rendimiento escolar es causa de que la escuela las juzgue por no permanecer las veinticuatro horas con sus hijos, como si las madres de tiempo completo fueran garantía del buen funcionamiento en la familia.

Calidad más que cantidad necesitan los hijos. Las madres infelices, cansadas, aburridas, enojadas, en conflicto con la pareja, más que ayudarlos los perjudican, se amargan la vida e interfieren con el desarrollo emocional de sus hijos. Las “super-mamás” exageran su función, más que apoyarlos en su crecimiento los hacen dependientes, piensan por ellos: “¡Vamos a tener examen!”, me comentan con preocupación. “¿Vamos?”, les pregunto. La tarea es responsabilidad de los niños. Bajo estas circunstancias de dependencia, en la universidad tienen dificultades para la investigación y socialización.

“Madres malabaristas” es como defino a las mujeres que desempeñan varios roles, en este rubro todas están incluidas: madres solteras y divorciadas y las que tienen pareja, la clave está en complementarse más que en competir con el hombre, compartir tareas, tiempo para disfrutar como pareja y comunicación más que leerse la mente. Las abuelas que sólo se dedicaban a las labores en casa argumentan: “No tiene necesidad de trabajar, que se conforme con lo que gana su marido”. Conceptos que no aplican hoy en día pues las mujeres no sólo trabajan por necesidad, laboran por satisfacción personal, por ambiciones financieras que es muy válido, y muchas más por necesidades económicas al cargar solas con el sustento de los hijos.

Es importante tener presente que la educación no es simplemente la formación para la vida laboral, la verdadera educación es la formación integral del ser humano, como familia, en la profesión y para desempeñarse como buenos ciudadanos. Hay un valor en nuestro país difícil de transmitir a las presentes generaciones: educar a los hijos a que prescindan de los padres, enseñarlos a pensar, a que adquieran identidad, que se responsabilicen de sus actos y darles seguridad y confianza en sí mismos. Todo lo contrario a la realidad donde forman a los hijos para mantenerlos permanentemente como hijos, les cortan las alas dejándolos en situación de inferioridad infantil, enseñándolos a que dependan toda la vida de sus padres. ¡Qué paradoja! Esperan independencia y hacen lo contrario, situación que los vuelve egoístas, resentidos por no poder independizarse. Nada más erróneo. Para vivir en democracia es indispensable educar para que sean autónomos y responsables.

Recomendaciones
Si pretendes ser madre, que sea por decisión, no por presión social.
Organización, delegar tareas, es la clave para desempeñar varios roles.
Un hijo no planeado resulta un gran problema, más que unir a las parejas puede causarles grandes dificultades.
Vivimos en sociedades compulsivas, hombres y mujeres se vuelven adictos al trabajo dejando fuera de su vida familia, recreación y el disfrute de la intimidad.
El estrés laboral, la falta de ejercicio, la mala alimentación son la causa de divorcios, trastornos de personalidad, depresión y enfermedades crónicas como obesidad y diabetes.
Nunca es tarde para alcanzar tus sueños, estudiar, trabajar, lograr una meta, todo es posible, no culpes a otros por no conseguirlo. Aplica las tres “D”: deseo, disciplina y decisión.

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